A la hora de pensar en una propuesta visual, no hubo dudas de que la ilustración sería el camino. Así fue que, pasé horas y horas mirando referencias, experimentando con técnicas y buscando ese lenguaje perfecto que narrara todo ese amor. 

Con su sensibilidad y empatía Alicia generó una preciosa comunidad en sus redes sociales, de muchas personas que siguen sus relatos y sus imágenes. Por eso, mi gran desafío en ese lugar fue respetar esa esencia, no invadir desde un lugar muy estructurado, sino acompañar ese proceso enriquecedor que ella viene construyendo. Invertí muchas horas recorriendo su Instagram, entendiendo su forma de interactuar, conectando con su sensibilidad, categorizando sus posteos y ayudándola a ordenarse en lo que quiere contar.

Mirando las fotos y ordenándolas diferente, nos dimos cuenta que había un relato visual muy fuerte, con mucho potencial para trabajar en su comunicación, pero que además desprendía una paleta de colores con mucha personalidad, de azules y colores piel.

Trabajamos un montón ordenando sus contenidos y servicios, para contarlos de una forma sensible y amorosa, fácil de entender, y que a ella le hiciera sentido. Generamos materiales gráficos que le ayudan a explicar su trabajo, y creamos un sitio web que cuenta en primera persona todo su proceso. De a poco fuimos atendiendo a todas las necesidades de comunicación que su marca necesita, que como siempre digo, son particulares de cada proyecto.

Me encanta trabajar con personas como Alicia, que se comprometen en estos procesos introspectivos de crecimiento puro y genuino. Donde la magia está en mirarse a uno/a mismo/a y preguntarse cosas profundas y sinceras.